21 películas de cine y mi particular Historia Interminable
1984 fue para mí el año más impresionante de mi vida. Descubrí el mundo del cine y lo importante que era sumergirme en historias imposibles y maravillosas.
De 1981 a 1985 mi familia se trasladó a vivir a Madrid. Yo tenía por aquel entonces 9 años cuando nos mudamos. Veníamos de la tranquila —en aquellos años— isla de Ibiza1, por lo que el cambio fue relevante en nuestras vidas y en la mía propia, como podrás imaginarte.
De Madrid tengo muchas anécdotas que contar, fue una etapa muy bonita en mi vida. Descubrí y aprendí infinidad de cosas. Podría escribir 10 cartas de anécdotas y aventuras vividas en la capital. Para mí, además, fue la experiencia de conocer el lugar en el que nací, porque sí, yo soy madrileño, aunque mi madre, al poco de darme a luz, emigró a Ibiza a buscarse la vida y me llevó con ella a la isla pitiusa, con apenas meses de vida…
Pero esa es otra historia…
De los 4 años que viví en Madrid, quiero contarte cómo descubrí yo el mundo del cine y lo que supuso para mí. Date cuenta que venía de un pueblecito de Ibiza en donde no había cine en aquellos años. Luego el hecho de ir a ver una película al cine era todo un acontecimiento para mí y para mis hermanos, que eran menores que yo. Para mis padres también fue algo ilusionante; ellos tenían 38 y 39 años y la experiencia de ir al cine con sus hijos lo han recordado siempre con mucha nostalgia. Para colmo, tuvimos la suerte de estar en una ciudad como Madrid en el año 1984, que para mí, fue el año más impresionante de todos los tiempos respecto a los estrenos que se produjeron de películas para niños y adolescentes.
1984 y 1985 son dos años particularmente de desfase total. Vimos películas icónicas, clásicos del cine juvenil, que nunca jamás olvidaré.
El cine Covadonga
El cine Covadonga estaba ubicado en la calle López de Hoyos. Hoy lamentablemente ya no existe, pero era el cine habitual donde solíamos ir los fines de semana. En él no se solían estrenar películas nuevas —sólo en contadas ocasiones— sino de años pasados, pero eran todas películas muy buenas y conocidas.
Dado que el cine estaba muy cerca de donde vivíamos, a pocas manzanas, incluso iba yo sólo o con mi hermano mediano cuando mis padres querían «descansar de niños» y tener unas horitas libres.
Cuando iba yo sólo, con apenas 12 años, en el cine Covadonga, visioné películas que no eran del todo recomendables para un niño, pero se ve que a los del cine eso les traía sin cuidado mientras pagara la entrada2.
Allí muchas veces hacían ciclos de directores conocidos, aunque dada mi nula cultura cinematográfica, nunca sabía muy bien lo que me iba a encontrar al sentarme en la butaca. Esa fue la magia que hizo que yo me quedara prendado con muchas películas que me sentaba a ver y con las que aprendía cosas de la vida, aventuras, guerras, historias policiacas y del espacio y mundos fantásticos. Todo ello fue un caldo de cultivo cuasi perfecto que hizo que un ser humano inexperto, como era yo, se convirtiera en todo un «cinéfilo empedernido» de por vida. ¡Ya no tengo remedio!
En verdad, aprendía cosas que no eran propias para mi edad. Por ejemplo, recuerdo ver un ciclo de Stanley Kubrick, con sus películas:
Ya, ya sé lo que estás pensando. Si eres cinéfilo y conoces esas películas, lo primero que piensas es «no son películas para un niño». Lo de la Naranja Mecánica fue todo un poema. Yo salí del cine compungido, sin tener la más remota idea de lo que había visto ni el porqué de tanta violencia.
Otras películas que un niño no iría a ver, pero en las que yo me metí fueron: En Busca del Fuego (ambientado en la Prehistoria), La Zona Muerta, Blade Runner, El Precio del Poder, Toro Salvaje, El Hombre Elefante, La Cosa, Rambo, Conan El Bárbaro, Excalibur, Poltergeist, El Submarino, La Ley de la Calle, Posesión Infernal, Tiburón, Piraña, Al Final de la Escalera (mi clásico preferido de miedo de todos los tiempos), Alien el octavo pasajero (de esta tengo que escribir algo, brutal) y muchas muchas más, seguro, que no recuerdo. Con alguna de ellas repetía muchas veces. Con el pretexto de que las vieran mis hermanos o porque iba yo sólo a repetir experiencia. Dramas aparte, en serio, aprendí mucho de la vida viendo esas películas.
Pero ahí no queda la cosa.
También hubieron ciclos más propios para un chico de mi edad, como por ejemplo películas de humor, incluyendo 3 de un ciclo de Mel Brooks3:
Dos horas menos cuarto antes de Jesucristo. (Esta no es de Mel Brooks pero iba en la línea de la anterior).
21 películas de 1984 que son gloria del cine
1984 y 1985 son dos años particularmente de desfase total. Todas estas películas se estrenaron en este periodo. Vimos películas icónicas, clásicos del cine juvenil, que nunca jamás olvidaré. Fuimos en familia a su estreno y tengo gratos recuerdos de muchas de ellas. Si eres de mi quinta te sonarán todas. Si eres más joven, te gusta el cine, y hay alguna que no hayas visto, te las recomiendo fervientemente. Eso sí, visiónalas poniéndote en la piel de una criatura de 12-15 años de la época. Recuerda que eran los años 80 y aunque los efectos siempre eran brutales para esa época, nada que ver con los efectos especiales tan tremendos de hoy en día, claro.
Ahí va la lista de las 21 películas:
Tremendo repertorio. Inmejorable. En tan sólo 2 años. ¡Mejóramelo!
Algún título hay que si lo ves hoy en día, con el paso del tiempo, ha perdido mucho. Pero la mayoría se pueden ver hoy en día y pasar un buen rato. No podría hacer una mención especial de ninguna de ellas porque TODAS significaron y significan mucho para mí.
Ahora bien. ¿No te has fijado en el detalle? Vuelve un momento a la lista y fíjate bien. Si la analizas bien podrás comprobar que en realidad no hay 21 películas como digo en el título. La lista contiene 20. Y aquí es donde viene lo emotivo de esta carta.
Falta una. Fue el único estreno, de los antes mencionados, que vi yo sólo. Posteriormente iría a verla, que yo recuerde, más de 5 veces5, sólo o con la familia, durante el mes y medio que estuvo en cartelera.
En esa lista falta mi querida e inolvidable Historia Interminable.
Mi propia Historia Interminable
Érase una vez un niño de 12 años, llamado Jaime, que paseaba en patines por las calles de la ciudad de Madrid, en plenos años 80. Sus padres le habían dado un dinerito para que fuera al cine a ver una película. El cine estaba relativamente cerca de donde vivían, a unas cuantas manzanas de distancia, aunque Jaime siempre se movía por la ciudad en patines, con una mochila a su espalda. La mochila contenía unas zapatillas de deporte, para poder cambiarse en caso de no poder entrar en algún sitio debido a los patines —como era el caso del cine—. Tardaba en llegar apenas 5 minutos.
Al llegar, entró a ver una película de submarinos. Se titulaba Das Boot (el Submarino), que en teoría era una película de guerra. Pero algo ocurrió en aquella película. Y es que antes de comenzar, pasaron el trailer de una película de niños y que hablaba sobre un mundo de fantasía. En él se podía ver a un niño montando a lomos de un dragón blanco e imágenes de personajes de cuento. Jaime en un primer momento se quedó sorprendido. Pensó que se había equivocado de sala. ¿Había entrado en una sala que no era? Pero se quedó fascinado con esos minutos de metraje. Y con la música…
¿Qué película era esa? ¿Dónde podía verla? ¿Cómo se titulaba? ¡No decían el título!6 ¿Libro? ¿Qué libro? ¡No hablaban de la historia! ¿Y ese niño montado en un dragón blanco? ¡Una tortuga gigante! ¿Hacer realidad sus sueños?…
TODO eran preguntas y más preguntas…
Fue tanto el impacto que causó en Jaime ese trozo de metraje, que al llegar a su casa no paró de darle vueltas al asunto y de marear a sus padres para que la buscaran en el periódico, en la cartelera, una película donde hablaran de un dragón y donde los protagonistas eran niños. Pero en aquellos tiempos, sin Internet ni Google ni nada parecido, no era como ahora. El padre de Jaime miró la cartelera, pero sin saber el título y sin haberse estrenado todavía… fue complicado, no encontró nada acerca de lo que su hijo le contaba.
Pero nuestro protagonista no tiró la toalla. Decidido a conseguir lo que necesitaba, al día siguiente y sin que sus padres lo supieran, al salir del colegio, se calzó los patines y se dispuso a ir de nuevo al cine Covadonga, para preguntarle al señor de la taquilla por el título de aquella película. El amable señor, no solamente le escribió el título en un pedazo de papel7, sino que le apuntó también el cine donde se estrenaba y la fecha del estreno. Jaime cogió el pedazo de papel, entusiasmado, y en él pudo leer:
«La Historia Interminable. Cine Callao. 6 de diciembre.»
La aventura
El 6 de diciembre de 1984 era jueves. Los padres de Jaime no iban a poder llevarlo al cine, porque trabajaban entre semana. Así que ideó un plan para poder ir a ver la película sin que ellos sospecharan nada, ya que se alejaría del barrio. Tenía prácticamente 1 semana para organizarlo. Así que cogió un mapa del Metro de Madrid que tenía por casa y empezó a ver cómo llegar a ese cine. Comprobó en los periódicos dónde estaba el cine, confirmó las horas de estreno y ¡listo! Ya tenía todo lo que necesitaba.
Cuando llegó el jueves del estreno, ya había avisado a sus padres de que al salir del colegio iría a casa de un amigo a hacer los deberes y que llegaría tarde. Era algo habitual y no levantaba sospechas8. Al amigo le pidió que le guardara los libros y el material escolar en su casa porque se iba a patinar, pero no le contó nada de la aventura en la que se embarcaba.
El plan era sencillo. Se calzó los patines, cogió el mapa del Metro y se dirigió a la estación de Príncipe de Vergara. Allí tenía que coger el tren de la línea 2 dirección a Nuevos Ministerios. Hacer transbordo en la estación de Sol y coger la línea 1 dirección Plaza de Castilla para bajarse en Callao. Fácil. Conocía ese trayecto y esas líneas porque las usaban habitualmente también para ir en familia a comprar a Galerías Preciados en Callao o al restaurante McDonald’s en Paseo de la Castellana, en ocasiones especiales.
Y allí estaba. Frente al cine Callao. Faltaban 10 minutos para el estreno de las 18:00 horas. Estaba abrumado al ver la cantidad de familias y niños que esperaban pacientemente en la taquilla. Se quitó los patines, y se puso a la cola. Era todo bastante emocionante. Todos hablaban del trailer. Al parecer muchos lo vieron en días anteriores y muchos tenían curiosidad por ver al dragón blanco.
Ver «La Historia Interminable» fue una experiencia increíble, inenarrable. Lloró de emoción, sonrió de alegría con algunos personajes, sintió miedo de Gmork e incluso de que todo terminara mal, muy mal…
Finalmente llegó la hora. Sentado en su butaca, se aferró a sus palomitas, y con los ojos como platos comenzó el visionado. Desde el primer momento en que comenzó la película se sintió identificado con Bastian, el protagonista. Aunque él no sufría episodios de bullying9 con sus compañeros de clase, rápidamente se identificó con el personaje. Bastian no tenía muchos amigos y parecía ser que nadie lo entendía, especialmente cuando leía sus libros de aventuras, en vez de hacer «cosas normales» como los demás chicos de la escuela, y en eso sí que Jaime sentía lo mismo. Cuando Bastian se encontró con el libro misterioso en la librería del Señor Koreander y comenzó a leerlo en el desván de su colegio, sintió de nuevo una conexión inmediata con él. Se imaginó a sí mismo haciendo lo mismo: encontrando un libro mágico que le llevara a un mundo fantástico lleno de aventuras.
Mientras el protagonista leía el libro, la música de la película se volvió más y más emocionante, y le hizo sentir como si estuviera entrando en el país de Fantasía junto a Bastian.
A medida que la historia avanzaba, Jaime se fue identificando un poco más con Bastian, era un niño que se sentía débil y asustado, pero que poco a poco se iba dando cuenta de que tenía el poder de cambiar las cosas. Cuando veía a Atreyu el guerrero, enfrentándose a sus miedos y desafíos, quería, deseaba, necesitaba ser también como él, quería surcar los cielos montado en el dragón de la suerte, Fújur, volando sobre paisajes increíbles y enfrentándose a sus propios miedos.
Hablando de miedos, hubieron momentos en la película que le hicieron sentir miedo, como cuando «la Nada» iba destruyendo todo a su paso, y momentos que le hicieron llorar, como la trágica muerte de Ártax... Pero también hubieron momentos de gran esperanza y alegría, especialmente cuando Bastian descubría cómo podía salvar al país de Fantasía. Le hizo pensar en cómo a veces, incluso los más pequeños, los que se sienten insignificantes, pueden marcar una gran diferencia.
Ver «La Historia Interminable» fue una experiencia increíble, inenarrable. Lloró de emoción, sonrió de alegría con algunos personajes, sintió miedo de Gmork e incluso de que todo terminara mal, muy mal…
Llegando al final de la película, Jaime se sintió libre, inspirado y valiente, al igual que Atreyu. Se dio cuenta de que la imaginación es poderosa y que creer en uno mismo es muy importante. La historia le enseñó que, aunque la vida puede ser difícil y estar llena de desafíos, siempre hay esperanza y posibilidades si uno no se rinde.
Al igual que Bastian, Jaime descubrió que tenía el poder de escribir su propia historia y hacer que su vida fuera una aventura maravillosa.
Y así fue como un niño de 12 años, viviría muchas más aventuras increíbles y conocería a gente muy sorprendente. Teniendo siempre los pies en la tierra, procuró no perder nunca sus esperanzas ni olvidar sus sueños …
Pero eso, es otra historia… 😉
Gracias por leerme.
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Para los que no son de España, Ibiza es una isla perteneciente al Archipiélago Balear (Islas Baleares), en el mediterráneo.
¡Y cuánto lo agradecí con el paso del tiempo!
Por cierto, Mel Brooks tiene nada menos que 98 años. ¡Se ve que el humor alarga considerablemente la vida! 😂
De acuerdo. No me mates. Ésta se estrenó en 1982, pero no podía dejar de incluirla. 😎
De cinco a siete veces que recuerde verla en el cine. Pero a lo largo de mi vida la he visionado un número tan elevado de veces (me sé los diálogos de memoria), que me da hasta vergüenza decirlo. 😅 La última vez, hace 2 días. 😁
A pesar de que el título se veía en la portada del libro, al estar en inglés, Jaime no lo entendía y no lo recordó al salir del cine.
Es una tontería, pero guardé ese papel durante años… Lamentablemente lo perdí en una de las tantas mudanzas que hicimos en aquellos años.
Éramos familias amigas. Mis padres conocían a los padres de mi amigo. Pero aún así fue un riesgo el irme sin decir nada. ¡Cosas de la infancia!
El bullying o acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o social producido entre estudiantes de forma reiterada, tanto en el aula como fuera de ella.
¡Pero qué bonito, Jaime! Cuando recibí la notificación de esta publicación, la pospuse para poder leerla tranquilo, y ha merecido la pena. Suscribo tus palabras con respecto a esa obra, que como sabes, también marcó la diferencia en la relación con la fantasía. Pero eso es otra historia.
Abrazo!
Maravillosa historia, que poder tiene el cine.