El domingo pasé la mañana recostado en el sofá, leyendo, con el iPad apoyado en mis rodillas y un buen café humeante en la mano. Estaba disfrutando como nunca de los contenidos y escritos de otros substackeros. Y me topé con el siguiente comentario de
de :No puedo estar más de acuerdo con Edu. A mi me ocurre exactamente lo mismo. Pronto empezaron a reproducirse en mi cabeza todas esas cosas que Substack me está aportando y que otras plataformas no me han dado.
En mis rutinas he establecido unas horas de lectura, según los días de la semana, y ya estoy acostumbrándome a abrir la app de Substack en esas horas de lectura. Primero leo los substacks de los autores a los que estoy suscrito y después continúo con los libros que estoy leyendo en mi Kindle.
El tiempo es oro y hace ya mucho que dejé de consumir y de alimentar mis redes sociales. Cada vez somos más los que hemos acabado asqueados con ello. A mí me queda Youtube —de momento—, y ahora Substack, a la que llegué por el comentario de un conocido mío. Me contó en su momento lo que él describió como “nueva red social y plataforma para el envío de newsletters” y que estaba leyendo de muchas otras personas que estaban abandonando otras redes sociales para abrirse cuenta en Substack.
Yo como soy de ánimo descubridor y siempre abro una cuenta en todos lados para bichear y probar por mí mismo las cosas, me di de alta y creé la susodicha cuenta.
Ya sólo con ver todas las posibilidades de configuración en el panel de control, quedé entusiasmado. Pronto descubrí que esa descripción escueta que me habían comentado distaba mucho de lo que yo tenía delante.
Para ser justos con la herramienta, esto no se trata simplemente de enviar newsletters —nunca me ha gustado ese palabro— sino más bien de alimentar un espacio propio, una especie de blog en el que se convierte tu contenido, una forma de organizar dicho contenido como mejor prefieras, y además, esta vez sí, la de darle la posibilidad a otros de recibir tu contenido en sus correos electrónicos, monetizándolo o no, a elección propia. Todo dentro de la misma plataforma.
La comunidad
Substack tiene algo que la diferencia de otras plataformas. Algo muy importante que no puede pasarse por alto: la comunidad que habita en ella.
Si bien siempre podremos montarnos un blog por nuestra cuenta, escribir en él y asociarlo a una herramienta tipo MailChimp o MailerLite para conseguir lo mismo, lo de la comunidad es algo más peliagudo. Conseguir crear comunidad alrededor de tu proyecto o espacio cuando lo tienes de manera independiente, eso ya es algo más complicado. Y esa es para mí la parte más fuerte y valiosa de Substack.
El poder interactuar con otras publicaciones y con otros autores, el poder comentar en sus textos, que otros comenten tus textos. Incluso generar debate en los comentarios. Todo eso es algo grandioso. Maravilloso. Eso era lo que teníamos en la época dorada de los blogs.
La diferencia es que antes teníamos que usar los agregadores de contenidos1 que usábamos para saltar de blog en blog e interactuar con ellos, y en cambio, ahora Substack nos lo ha empaquetado todo en un mismo sitio, creando así la posibilidad de que podamos hacer crecer una comunidad propia entorno a nuestro espacio.
Miedo a que me lo arrebaten
No puedo esconder un cierto miedo o temor a que todo esto que estoy redescubriendo me sea poco a poco arrebatado. Mi experiencia en otras redes sociales me dice que esta es la tendencia, que todo acaba emborronándose y la parte más pesimista que habita en mí siempre me dice que acabaremos siendo islas individuales de opinión y vivencias arrollados por contenidos virales.
Aquí la mayoría vivimos la vida lenta, disfrutamos de la lectura y de la escritura, nos interesan las palabras, nos interesa lo que hay más allá de ellas, de los pensamientos, de aprender, de entender.
No sé cuánto más va a durar esta isla en el vasto océano de lo inmediato, pero espero que nos dure lo máximo posible. Ojalá los que manejan los hilos sepan buscar y encuentren el equilibrio entre un lugar tranquilo, ese rinconcito de lectura que algunos hemos encontrado, y que lo sepan combinar con lo que —entiendo— es obligado en una red social moderna, como son los videos o el contenido más “volátil” por llamarlo de alguna manera.
De momento mantengo la esperanza. Todavía tenemos la opción de leer las Notas de las personas a las que sigues o explorar notas nuevas. Si quitan ese filtro, empezaré a preocuparme.
En cuanto el muro de Notas se convierta en un despropósito de contenido, publicidad y contenidos banales sin sentido, y no me permita filtrarlo, o no me permita seguir la actividad de las personas a las que sigo, mi felicidad substackera se vendrá abajo. Repito. Ojalá esto tarde en ocurrir. Ojalá siempre nos permitan elegir lo que queremos ver o no.
Anímate a probarlo
A pesar de ese resquicio que habita en mí acerca de que las cosas pueden torcerse, si no lo has hecho ya, te animo a que pruebes las bondades de esta plataforma. Crea tu espacio. Comparte tus pensamientos con los demás.
Otra de las ventajas de Substack es que puedes exportar los contenidos y los suscriptores a otras plataformas. Yo ya he hecho la prueba con los contenidos y funciona a las mil maravillas. Así que no perderás lo que aquí escribas.
Anímate a descubrir a otros autores, busca con ganas contenidos que te entusiasmen, que te aporten, que te hagan volver a disfrutar de esa Internet que una vez existió y que cada vez resulta más complicado encontrar. Faltaba un lugar así. Faltaba poder tener en un mismo lugar ese trocito de corazón que todos ponemos a nuestras vivencias, a nuestras experiencias, a compartir nuestro mundo con otras personas sin tanto ruido, sin tanto bombo y platillo y sin el bombardeo incesante del scroll infinito y del contenido inmediato.
Yo lo estoy disfrutando.
Si las cosas se tuercen, siempre nos quedará migrar a nuestro propio blog.
Gracias por leerme.
Gracias por estar. ❤️
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Muy de acuerdo, y eso que aún estoy como quien dice probando!
Hola, Jaime! Me ha gustado tu post, estoy de acuerdo con todo lo que comentas. Y comparto también tu deseo: ojalá que no cambien demasiadas cosas porque por aquí estamos muy bien (por ahora).
Pd. ¡Gracias por la mención!