Poema y reflexión: Las dos caras de la soledad
Poema #017 (verso libre) · Reflexionando sobre la soledad.
Introducción
La soledad es una experiencia que todos hemos vivido de alguna forma, ya sea como una carga pesada o como un refugio tranquilo. En esta carta·poema exploro las dos caras más comunes de la soledad, invitándote a reflexionar sobre cómo la vivimos y qué podemos aprender de ella.
En momentos de introspección, la soledad puede ser tanto un desafío como una oportunidad. Y así fue como nació este poema, de la necesidad de entenderla, de comprenderla y de abrazarla. Espero que te guste. Después te cuento más cositas, en prosa, acerca de mi experiencia con ella.
Las dos caras de la soledad
Existe una soledad repentina que duele, que cae como un peso muerto en los hombros, como un viento frío y áspero en la cara, como un reloj que repite las horas en una morada sin apenas vida, sin voces. Es la que te llega sin ser llamada, la que se impone con su ley de hielo, la que te arranca capas del corazón atisbando solo el murmullo del vacío. Es la silla vacía en la mesa, el eco de pasos que ya no regresarán, son las voces que ya nunca escucharás, y aquellos sueños que se desvanecerán. Pero existe otra soledad bien distinta, una que se elige como quien elige un refugio, que escoges, que no es exilio, sino encuentro, que no es ausencia, sino un templo sin ruido. Es la que deja espacio a las ideas, la que infunde calma a la prisa, la que abriga con calor a los sentimientos y deja hablar al alma y al corazón. Es un mar en calma donde escuchar, una página en blanco donde escribir, el arte de pensarse sin miedo, de existir sin permiso, de ser sin huir. Nunca temas a la soledad; más bien, escoge tú la que deseas vivir y no dejes que ella lo decida por ti. Si has de estar solo, que sea contigo, si has de callar, que sea para escucharte, si has de existir, existe aprendiendo. 2020 © Jablago #sentioergosum
Escoge la soledad que deseas vivir
La soledad suele tener dos caras, y no siempre nos muestra la misma. Hay una que llega como una sombra ajena, impuesta por las circunstancias, por el abandono, por la ausencia de quienes alguna vez llenaron el espacio con su voz. Es una soledad incómoda, que pesa, que encoge el alma y deja un eco frío en tu corazón. Es la que se sufre, la que convierte los días en un lento naufragio y las noches en un abismo de pensamientos.
Pero existe otra, bien distinta y serena, una que no castiga sino que libera. Es la que se elige, la que nos da un refugio en el que podemos reencontrarnos, lejos del ruido del mundo. No es un vacío, es espacio; no es pérdida, sino hallazgo. Es el rincón donde el alma descansa y se escucha a sí misma sin interferencias, donde los pensamientos pueden desplegarse sin prisa y la existencia se vuelve más propia. Es la soledad de quienes han aprendido a habitarse, de quienes han entendido que estar solo no siempre significa estar abandonado, sino, muchas veces, simplemente, significa estar en paz.
Si has experimentado la soledad más cruel, estarás conmigo en que, en ese vaivén de ausencias y encuentros, al final, aprendemos que no toda soledad es pérdida, ni toda compañía es compañía. Existen silencios que nos desgarran y otros que nos reconstruyen. Existen ausencias que pesan y otras que alivian. Y es en ese delicado equilibrio, entre el exilio y el refugio, donde realmente se juega nuestra relación con la soledad. Porque en la vida no todo es bueno o malo, blanco o negro, sencillo o complicado. Como contaba en esta carta acerca de la felicidad, siempre tiene que haber un contrapunto. También tienen que existir los grises.
Cierto es que muchas veces se nos presenta de repente, sin pedirlo, sin solicitarla, sin verla venir. Pero también creo, por experiencia propia, que tenemos el poder de de darle la vuelta y escoger qué tipo de soledad queremos para nosotros.
Evidentemente cada persona es diferente. Cada cual tiene sus propias formas de ver el mundo y de procesarlo, ya que es todo un proceso; y no siempre es fácil. Pero es importante saber construirse ese tipo de soledad que deseamos si no queremos vernos en la tesitura de tener que bailar siempre con la más fea.
Aquí es donde entra la importancia de la sabiduría y el conocimiento.
También las ganas de aprender.
Decía Sartre que «si te sientes solo estando solo, es que estás mal acompañado» y tenía más razón que un santo. La soledad, cuando es incómoda, suele revelar que no estamos en paz con nosotros mismos. Es fácil rodearse de ruido, distracciones o compañía efímera, pero enfrentarse a uno mismo en el silencio, eso, es otra historia.
Los clásicos nos hablaban de la importancia de la autosuficiencia interior, de que el sabio debía ser capaz de encontrar compañía en sí mismo sin necesitar la aprobación o presencia de otros. No se trata de rechazar la compañía, sino de no depender de ella para sentirse en equilibrio. Decían también que si la soledad pesa, es porque hay una lucha interna sin resolver, una falta de autoconocimiento o un miedo que aún no se ha desvelado. Estar bien acompañado en soledad significa haber hecho las paces con uno mismo. Y eso no es tarea fácil, pero es una de las conquistas más valiosas que tenemos en la vida, una vez se consigue.
Como siempre, hace ya más de 2000 años las preocupaciones del «ser» eran las mismas que nos aterran hoy, y su legado ayuda mucho en el presente.
Reflexión
Muchos de los que me leen ya saben que yo vivo solo desde hace casi 8 años, con la única compañía de Maia, mi felina compañera de apartamento. Los comienzos fueron muy duros, eso no lo voy a negar. También venía de donde venía. Pero el hecho de tener que sufrir y experimentar la dichosa soledad no escogida, me hizo ver que tenía que enfrentarme a ella, que tenía que hacer algo para, digamos, «pasar el bache» de aquellos sentimientos y estados de ánimo que sentía.
Reflexionando sobre ello, tengo claro que fue necesario pasar por ese bache para darme cuenta de que no quería eso para mí. No me quedó otra que aprender a reconocer lo que me ocurría, a lidiar con ello y a buscar soluciones. Que las hay.
Aprender a reconocerlas es la clave. No hay que temer a la soledad, pero es necesario escoger bien cuál abrazas. La que te rompe no es un destino, es más bien una prisión. La que escoges con sabiduría es un espacio propio, es un hogar de donde nunca nadie podrá echarte.
Hoy día, cuando miro hacia atrás en el tiempo, veo que la soledad ha sido una maestra silenciosa en mi vida. Me ha enseñado a no huir de ella, sino a abrazarla, porque en ese abrazo podemos encontrarnos a nosotros mismos. Y es en ese encuentro donde descubrimos que, incluso en la soledad, nunca estamos verdaderamente solos.
Ahora te toca a ti; si estás experimentando alguna, ¿qué tipo de soledad estás viviendo en este momento? ¿Es una que te rompe o una que te reconstruye? Te leeré con mucho interés. 😉
Gracias por leerme.
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Hola Jaime. Qué hermosas palabras has escogido, tanto en el poema como en la parte de prosa, para describir la doble experiencia de la soledad. Me ha encantado lo del "lento naufragio"...
¿Y sabes en qué me ha hecho pensar tu reflexión sobre los dos tipos de soledad? Que en nuestro idioma español sólo tenemos una palabra para expresar ambas experiencias internas, la positiva y la negativa, de la soledad. Mientras que, en inglés, tienen dos palabras bien diferenciadas: solitude y loneliness. ¿Tal vez por eso en español "soledad" tiene tintes negativos?
Lo de las palabras que no existen en un idioma pero sí en otros, me parece muy interesante para mirar los propios esquemas mentales en perspectiva. Imagino que a las personas nativas angloparlantes les costará menos concebir una experiencia positiva de la soledad, porque tienen una palabra para ello: solitude. ¿No te parece? 🤔
Nada, aquí reflexionando en voz alta contigo... 😌
Un abrazote! 💜
Hola, Jaime. Gracias por el poema, pero sobre todo gracias por la reflexión.
Hoy me encuentro con la primera soledad que describes, la dolorosa, la que pesa, duele y desacomoda todo a medida que nos invade. Pero me da algo de paz tu descripción de la soledad como una experiencia positiva, y también me brinda la esperanza de poder elegirla o alcanzarla, abrazarla y aprender a ser más feliz con ella (¡gracias!).
Al respecto de mi soledad, escribí algo, por si puedas pasarte a leerlo y dejarme tus comentarios o recomendaciones: https://substack.com/@mientrastomomicafe/note/p-161921083
¡Saludos!