Moriría por ti
Hoy me desperté en medio de la noche y, mirándote, pensé que moriría por ti. Lo murmuré como quien confiesa un secreto, por el resplandor que emites en la penumbra, por la caricia suave de tu presencia, que me envuelve en una ternura intangible y despierta en mí el temblor de lo eterno. Moriría por la forma en que callas al silencio y haces de la quietud un canto de sirena que solo yo sé escuchar. Y continué observándote pensando que, sin lugar a dudas, moriría por ti, por los pasos delicados con los que cruzas mis sueños, dejando un rastro de luz en mis batallas internas. Por tu andar sereno, lleno de un misterio muy tuyo, como si llevaras en tus manos el alma del tiempo. Moriría porque todo en ti es armonía y consuelo, y en tus gestos, todo lo perdido regresa. Por los secretos que escondes tras tu mirada sutil, por la forma en que me miras y acaricias mis ojos, haciéndolos menos crueles, al despojar el mundo de su, cada vez más, inquietante aspereza. Y es que eres un soplo de claridad en mi penumbra, la confidente de mis lágrimas silenciosas, la guardiana de mis amores que ya nadie recuerda. Y aun así, sigues siendo tan libre, tan etérea, tan tú, que no perteneces a nadie. Ciertamente moriría por ti, por esa magia con la que tocas lo inalcanzable, convirtiendo cada rincón sombrío en un espacio íntimo donde habita la esperanza. Porque haces del infinito algo tan pequeño que hasta el mar se rinde a tu quietud, porque tiñes lo oscuro de dulzura, porque haces que lo temible parezca hermoso, y en la noche, cuando todos duermen, me invitas a bailar contigo en silencio. Moriría por ti, por la manera en que me haces sentir que todo lo que soy puede ser amado. Sin reservas ni temores, porque eres tú, mi querida luna llena, la que me abraza sin cuerpo ni límites. Y mientras te alejas al encuentro del alba, me dejo caer en tus brazos, una vez más, y puedo susurrarte al oído: «moriría por ti, porque solo en tu reflejo, tan cambiante y a la vez tan eterno, he encontrado la imagen de un amor que nunca se desvanecerá.» 2024 © Jablago. #sentioergosum
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Qué bello, Jaime. La verdad es que tiene algo que atrapa... Supongo que sabrás que, a nivel simbólico, ella siempre representa lo oculto, el mundo interior, lo que no podemos ver a simple vista. Quiero pensar que mirarla como lo haces tú en este poema, es mirar nuestra sombra, ese lado nuestro que nos aterra e incomoda, pero encandila a partes iguales. Quiero pensar, que todo lo que le dices a ella, en realidad, se lo dices a esa parte de ti ❤️ 😉
Terminando el poema es cuando lo he querido volver a empezar y he apreciado la belleza de tus palabras, sin romanticismo, solo con la fascinación de como interpretas la selenofilia.
Conserva siempre esa sensibilidad que es una gran virtud. Un abrazo Jaime.