La Segunda Juventud
¿Recuerdas esos días en los que te sentías invencible? Cuando el mundo estaba lleno de posibilidades y tus sueños parecían alcanzables. Buenas noticias: ¡la Segunda Juventud te espera!
La Segunda Juventud no tiene una definición universalmente aceptada, pero se refiere a un período en la vida de una persona que ocurre después de la madurez y a menudo se asocia con una sensación renovada de vitalidad, energía y entusiasmo. Algunas perspectivas sobre este concepto:
La Segunda Juventud es un término que sugiere una fase de la vida en la que las personas experimentan una especie de “renacimiento”. Aunque no hay una definición precisa, se asocia con la idea de rejuvenecimiento físico, mental o emocional.
Algunos lo ven como una oportunidad para explorar nuevos intereses o actividades que no pudieron disfrutar plenamente durante su juventud inicial. Se sienten más libres, creativas y llenas de energía.
Otros ven esta etapa una oportunidad para redescubrir la pasión por la vida, las relaciones y la aventura.
Enfoque personal
Desde un enfoque más personal, la Segunda Juventud puede estar relacionada con cambios significativos en tu vida, como la jubilación, hijos adultos o la superación de distintos desafíos personales. Puede manifestarse como un deseo de viajar, aprender nuevas habilidades, hacer ejercicio o simplemente disfrutar de la vida de una manera diferente.
Si no existiera la Segunda Juventud, sin duda, habría que inventarla. Es algo maravilloso y además creo a pies juntillas que es la etapa de la vida más bonita que vamos a vivir a lo largo de nuestras vidas.
No solo es una etapa de la vida; es un estado mental. Es ese momento en el que dices: “¡Oye Mundo! Aún tengo mucho que ofrecer”. No importa la edad a la que lo sientas. La Segunda Juventud es como un cóctel de energía, sabiduría y un toque de rebeldía.
¿Alguien dijo crisis?
Cuando se habla de etapas en la vida, siempre salen a colación las crisis de los 40 y de los 50. En mi experiencia, sí es cierto que a los 40 me entró una media depresión que tardé un par de años en remontar. La vida no me iba muy allá, la verdad, me daba la sensación de que se estaba cebando conmigo. Y una cosa llevó a la otra. El caso es que entré en barrena. Fue quizá el peor momento de mi vida. Ahora bien, acercándome a los 50, la cosa empezó a cambiar a peor. Ya sea porque estaba viendo que la vida se me escaba de las manos, ya sea porque empezaba a notar el peso de ir cumpliendo años, lo cierto es que algo en mí despertó, y desde ese momento, todo empezó a remontar.
En mi caso, este sentimiento —yo lo defino así— de Segunda Juventud hizo acto de presencia a mis 48 años. Fue el momento en el que la presbicia empezaba a notarse. Físicamente empezaba también a notar que las cosas no iban bien. Además yo no hacía ejercicio habitualmente. Llegué a pesar 110 kilos. Y claro, la gravedad es muy puñetera y enseguida empezaron a crecer partes de mi cuerpo —barriga, panza, tripa— que hasta el momento habían sido, digamos, normales.
El tema es que ahora viendo las cosas en perspectiva, me doy cuenta que a los 40 te quejas de lo mal que te va la vida, pero físicamente —al menos en mi caso— no había de qué quejarse, no te duele nada. Solamente de duele la cabeza de tanto pensar en lo jodida que se está volviendo la vida… En cambio, a los 50, ya es otra historia, porque aparte de lo anterior hay que sumar los achaques físicos. Que si la presbicia, que si me duele aquí, que si me duele allá, que si ya vas camino de los 60… ¡Ay madre!
Pandemia
Y llegó la pandemia. Justo a mis 48 años. Y qué palabro más feo.
No voy a volverme cansino ni a explicar lo que vivimos entonces. Todos lo sabemos de sobra. Como todo en la vida, a unos nos sentó de maravilla y a otros se le hizo muy cuesta arriba. Yo tuve la suerte de estar trabajando entonces en una empresa de alimentación, lo que me permitió ir a trabajar todos los días debido a que la empresa era de las necesarias y de las que debía seguir en funcionamiento. Yo y mis compañeros nos hicimos esos escritos que habíamos de llevar en caso de que un control de policía nos diera el alto de camino o de vuelta del trabajo cuando decretaron el confinamiento. Viví la pandemia de forma sosegada, trabajando y con mucho tiempo libre en casa, cuando tenía días libres y no podía salir a ningún sitio.
Eso me llevó a comenzar a leer de manera empedernida. Tenía tiempo, ganas, y tuve la suerte de encontrarme con la filosofía del estoicismo en plena pandemia. Como le ocurrió a muchos. Se ve que cuando ves tus libertades limitadas de algún modo, te da por leer a los clásicos. Es lo que tiene. Yo que soy gran fan de la Historia, me dije ¿y por qué no? vamos a leer a Séneca, a Marco Aurelio, a Epicteto… En fin, de eso ya hablaré en sucesivas publicaciones porque lo cierto es que el estoicismo me cambió la vida a mejor. Fue una mezcla de todo, filosofía, pandemia, Segunda Juventud… ¡Cóctel explosivo!
No sé en la etapa de la vida en la que te encuentras tú, supongo que entre los lectores de esta humilde bitácora habrá de todo. Los que aún no han llegado a los 40, los que estéis en plena transición a los 50 y los que ya hayan experimentado algo similar a la Segunda Juventud y vayan camino de los 60, como es mi caso. Sea como fuere, tan sólo me gustaría remarcar que estés en la etapa que estés, disfrutes del camino. No hay nada más bonito que aprender de la vida y de las experiencias que nos pone delante y que nos hacen tomar acción de lo realmente importante: NOSOTROS.
Vuelve a esos días en los que eras invencible. Vuelve a vivir experiencias. Disfruta de la vida. Que le den viento a la edad. Es el mejor consejo que te puedo dar.
Gracias por leerme.
Gracias por estar. ❤️
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Aquí se presenta una nueva lectora. Camino de los 51 y en uno de los mejores momentos de su vida, no por éxito material, si no por el personal.