Hace unos días leía una carta que me encantó. Hablaba Gaia en la newsletter de mi estimada
. Os recomiendo que la visitéis si no la conocéis.«En la mitología griega, Gaia (Γαῖα) es la diosa primordial de la Tierra. En el origen del cosmos según Hesíodo, Gaia surge después del Caos y representa la madre tierra fecunda, la gran progenitora de muchos dioses y criaturas. Es la madre de Urano (el cielo), Ponto (el mar), y de los Titanes, entre otros. En este sentido, Gaia no es solo la Tierra, sino la fuerza viva y creadora que la habita.»
🌿 Introducción breve
La lectura de la carta escrita por Clara despertó en mí una inquietud profunda, un pensamiento casi existencial ante la evidencia incontestable de lo que le estamos haciendo a este planeta que nos sostiene. A este único hogar que, en su generosidad infinita, nos da cobijo y sustento, y al que, sin embargo, tratamos con una ingratitud ciega y persistente. No tenemos otro planeta donde habitar. No hay plan B ni segunda morada en la que refugiarnos cuando hayamos agotado el oxígeno de este.
Si lo quebramos, pereceremos con él. Así de contundente, así de inexorable. Porque la Tierra, madre antigua y paciente, no vacilará en sacudirse nuestra presencia si llega el momento en que la considere nociva. Ella seguirá girando en la vasta noche del cosmos, más allá de nuestra memoria, restaurándose como ya lo ha hecho tantas veces en el tiempo. Nosotros, en cambio, podríamos no estar para contarlo.
Y lo peor es que seguimos sin comprender absolutamente nada.
Consumo con avidez cuanto documental se cruza en mi camino sobre la Tierra, su historia, su fragilidad. Es un tema que vuelve a mi mente una y otra vez, como un oleaje constante que no cesa. Quizá sea mi sensibilidad, o esa melancolía que me atrapa al contemplar lo poco que nos importa preservar aquello que nos da la vida. No lo sé. Pero sí sé que no se alza con suficiente fuerza la voz que denuncie el daño que estamos infligiendo a este mundo. Y eso, pienso, debe cambiar.
Así que aquí dejo mi pequeña contribución. Una semilla. Un poema, pero cargado de conciencia. Lo he dividido en 4 actos. Cada uno de ellos cuenta una parte de la breve historia que quiero contar.
Disfruta de su lectura y de la música.
🌎 Gaia guarda silencio
I. Antes que el verbo fue el musgo, y antes del nombre, la roca. Vestida de silencio, Gaia danzaba en su eje, sin bocas que la nombraran, sin manos que la marcaran. La Tierra antaño giraba sin testigos, sin altares ni banderas, solo el viento escribía su paso sobre el paciente lomo de los milenios. Todo era. Todo existía. Sin más. II. El primer temblor no fue un rugido, fue un roce en la piel de los siglos: huellas nuevas sobre el barro, pasos erguidos en cuevas, ojos que no miraban, se sorprendían; medían la distancia del cielo con asombro. Todo cambió. Llegó el hombre, el «animal que piensa», y trajo consigo el fuego, la pregunta y la herida. Construyó templos sobre montañas, ciudades sobre antiguos cauces, y llamó a todo lo que tocaba: propiedad. Y convirtió las rocas en mercancía, y a los ríos, en fronteras, y a las nubes, en signos de amenaza, sin ver a los seres que respiran en las hojas, sin escuchar los cantos que no hablaban su lengua, sin comprender las lágrimas vivas en los ojos tristes de Gaia. III. La Naturaleza guarda silencio. Por ahora. No por sumisión, sino por memoria. Gaia recuerda el devenir de los continentes, la furia intensa, el ardor de los volcanes, las veces que la vida se extinguió en un suspiro. Ella sabe que el tiempo camina sin urgencia. Y si un día decide cerrar los ojos, si decide replegar sus alas, desatar una tos de magma o de metano, no lo hará con ira ni con rabia, lo hará con la misma serenidad con la que el mar recoge una barca rota. IV. Al final, seremos historia escrita con letras de polvo en la corteza muda de un fósil. Tal vez, si queda aún una raíz insomne, vuelva a brotar el musgo, y alguien —sin nombre ni verbo— camine otra vez la Tierra como quien pide permiso al viento, como un huésped. Jamás como un dios. 2025 © Jablago #sentioergosum
✍🏻 Reflexión
Este poema no es solo una mirada hacia el pasado, sino un espejo que interpela al presente. Recuerda que no fuimos los primeros, y seguramente no seremos los últimos. Gaia observa en silencio la arrogancia del ser humano, ese huésped que olvidó su condición y comenzó a levantar templos donde antes solo habían montañas. Según escribía los versos, mis pensamientos volaban cargados de imágenes que duelen sin gritar; como un tipo de advertencia a lo lejos que quisiera decirme que es urgente hacer algo ya. Que todo tiene un límite.
Probablemente me han salido unos versos algo tristes. Creo que es una melancolía serena, pero también hay esperanza: si aún queda una raíz, si el musgo vuelve a cubrir lo que fuimos, tal vez haya una posibilidad de reconciliación con Gaia.
Recordemos que nosotros formamos parte de un todo. Solo entonces, tal vez, caminaremos de nuevo sobre la Tierra como huéspedes, y no como dioses.
Gracias por leerme.
Gracias por estar. 💜
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Has captado de manera extraordinaria como me siento yo también, esa melancolía por la destrucción de la belleza.
También siento que esa tristeza viene de la pérdida de cierta esperanza en el propio ser humano. En mi, es una emoción que fluctúa. A veces creo que podemos salvarnos, otras que estamos condenados.
Como tú, creo que al final Gaia se desperezará y nos dará un manotazo, como quien aplasta un mosquito que no te deja dormir. Y tal vez sea lo mejor que pueda pasarnos. 🌍
Hola Jaime. 😌 Yo me sumo a Laura: qué bien has captado y expresado este sentimiento de melancolía por todo lo que se está perdiendo. Y también por la manera absurda en que está pasando todo esto, porque lo que está pasando en este planeta es la máxima expresión del sinsentido.
Me ha gustado mucho la idea de que somos huéspedes que hemos olvidado que lo somos, y que nos movemos por la casa en la que estamos de invitados como si fuésemos dioses. Me viene a la cabeza la palabra "hýbris", que en la antigua Grecia era el peor de los "pecados" posibles.
Y en esas andamos, colectivamente. Jugando con fuego.
Me alegra que mi última carta te inspirase, aunque es una alegría agridulce, pues desearía que este tema no fuese un tema del que fuese necesario hablar. 😌 Pero sí, me alegra encontrar en ti a otra persona que se preocupa tanto por esto.
Y ya que mencionas lo de que te gustan los documentales sobre la Tierra, te dejo con una recomendación bonita que creo te puede gustar mucho: una serie documental llamada "La vida en nuestro planeta", que va narrando toda la historia de la vida biológica en la Tierra, desde sus inicios hasta hoy en día. Es de Netflix. A mi pareja y a mí nos en-can-tó. 😊
Un abrazo inmenso, Jaime. Gracias por ser como eres.
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