El placer de escribir: un viaje íntimo y transformador
Reflexión personal acerca de lo que siento cuando escribo, cuando me enfrento a la vulnerabilidad y me expongo públicamente.
Esta carta va dedicada con especial cariño a una de mis lectoras. Ella sabe quién es, aunque no le he dicho nada. Es muy activa en Substack pero no se decide a dar el salto y comenzar a escribir. Como ocurre siempre en los inicios, surge el impedimento del miedo a exponerse, miedo a «publicar», a sentirse vulnerable. Por ello, quizá este texto la anime y le haga ver las cosas desde otro punto de vista.
Qué significa para mí la escritura
Para mí el acto de escribir es, en esencia, un acto de creación y de revelación. Es el arte de dar forma a lo intangible, de convertir el caos de tus pensamientos en un orden comprensible, de tejer con palabras un tapiz que refleje la complejidad del alma humana —porque sí, somos muy complicados—. Para quien escribe, cada palabra debe ser una elección consciente, un paso en un camino que no siempre sabes adónde conduce. Pero es precisamente en esa incertidumbre donde reside el placer más profundo: en la exploración de lo desconocido, en buscar nuestra propia voz, en la búsqueda de una verdad que solo se descubre al ponerla en palabras.
El placer de escribir no es un placer inmediato, ni fácil. No es como el placer de un bocado exquisito o el de escuchar una melodía conmovedora. Es un placer que se construye, que se labra poco a poco, con paciencia y dedicación; se trata de una lucha con tus palabras, de una batalla con tus ideas, de la tensión entre lo que quieres decir y lo que finalmente logras expresar. Es un placer que nace del esfuerzo, de la persistencia, de la voluntad de no rendirse ante la página en blanco. Es el placer de comprender, de dar sentido a la experiencia, de encontrar patrones en el caos. Es el placer de descubrir, de sorprenderse a uno mismo con ideas que no sabías que tenías, con emociones que no sabías que sentías, con sentimientos que brotan y que tienes que plasmar y hacer que se entiendan. Es el placer de crecer, de evolucionar y de transformarse a través de las palabras.
Cuando practico la escritura, cuando el vocabulario fluye, las frases se encadenan con naturalidad y el texto cobra vida propia, es entonces cuando el placer se vuelve intenso, casi adictivo. Es como sumergirme en un río de ideas y de emociones, dejándome llevar por la corriente, sintiendo que formo parte de algo más grande que yo mismo. Cuando entro en ese trance, el tiempo parece detenerse, el mundo exterior desaparece y solo existo yo y el texto que estoy escribiendo: es el acto de «crear» en toda su pureza.
Un acto de libertad
Escribir es sinónimo de libertad. Siempre he creído que en la escritura no hay límites, o no debería haberlos, no hay reglas que no puedan ser transgredidas. Debes ser dueño del universo, creador de mundos, inventor de personajes, arquitecto de tramas. Has de explorar los rincones más oscuros de la mente humana o elevarte a las cumbres más altas de la imaginación. Puedes ser cruel o compasivo, realista o fantástico, serio o irónico, triste o divertido. Todo es posible.
Pero esa libertad no es gratuita. Conlleva una responsabilidad, una exigencia de honestidad contigo mismo y con tus lectores. Escribir no es solo un juego de palabras, también se trata de comunicación, de diálogo con los demás. Y para que ese diálogo sea auténtico, hay que ser sincero, honesto, tienes que estar dispuesto a desnudar tu alma, a mostrar tus heridas y tus sueños, tus miedos y tus esperanzas. Tus vulnerabilidades. Solo así podrás conectar con el lector, solo así podrás tocar su corazón, despertar su empatía y hacerle sentir que no está solo.
Porque la escritura puede y debe ser un refugio en situaciones críticas también, en momentos de dolor. Puede cambiar la vida de las personas y la tuya misma. Puede ser una ventana a otros mundos en momentos de aburrimiento, un espejo que nos devuelve una imagen más clara de nosotros mismos. Puede ser una herramienta de resistencia, de denuncia, de lucha contra la injusticia. Puede ser un puente entre culturas, entre generaciones, entre individuos. Puede ser un acto de amor, de solidaridad, de esperanza…
…puede ser… ¡tantas cosas!
Después de todo un año exponiéndome públicamente, dejando que otros lean mis textos y mis poemas, siento que la escritura es una forma de estar en el mundo, de dar sentido a mi vida. Es una manera de decir «aquí estoy, este soy yo», de dejar una huella, de afirmar mi propia identidad, de rebelarme contra el olvido, contra la insignificancia, contra el silencio. Escribir supone para mí muchas cosas, pero en última instancia, supone un acto de fe en el poder de las palabras, en mi capacidad para conectar, para transformar y para trascender.
Descubrimiento y transformación
Y ese placer del que hablaba antes no es exclusividad tuya, de quien escribe. También lo comparte el lector, que al sumergirse en el texto, al dejarse llevar por las palabras, experimenta su propio viaje de descubrimiento y transformación. Leer es, en cierto modo, escribir de nuevo el texto, interpretarlo, darle un significado propio y personal. Cada lector es un co-creador, un cómplice en el acto de creación. Y en ese diálogo entre escritor y lector, en esa comunión de mentes y corazones, reside el poder transformador de la escritura.
Para quien lee, la escritura es una forma de encuentro, de diálogo con otras mentes, con otras experiencias. Es una manera de ampliar los horizontes, de cuestionar las certezas, de explorar nuevas posibilidades. Leer es viajar sin moverse, es vivir otras vidas sin dejar la propia. Es una forma de crecer, de aprender, de ser más humano. Mientras escribo estas palabras te imagino a ti leyéndolas, me pregunto si, quizás, tú lo ves igual que yo, si piensas lo mismo.
El placer de escribir y el placer de leer son, en el fondo, dos caras de una misma moneda. Ambos son placeres que nos conectan con lo más profundo de nosotros mismos. Ambos son placeres que nos transforman, que nos hacen más conscientes, más sensibles, más libres. Ambos son placeres que nos recuerdan que, en un mundo cada vez más caótico y deshumanizado, las palabras siguen siendo un abrigo; un puente hacia la comprensión y la esperanza.
Conclusión
Así que, si todavía no lo tienes claro, escribe. Rompe las barreras, rompe con tus miedos, crea el hábito. Escribe con pasión, con honestidad, con valentía. Escribe para entender, para sentir, para vivir. Escribe para conectar con los demás, para dejar una huella, para hacer del mundo un lugar más humano. ESCRIBE, en definitiva, porque escribir es uno de los actos más profundamente humanos que existen. Y porque, en el acto de escribir, no solo encontrarás todos los placeres antes descritos, sino que también te encontrarás contigo mismo y, quién sabe, puede que hasta encuentres —aunque suene grandilocuente— el sentido de tu propia existencia.
Gracias por leerme.
Gracias por estar. ❤️
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¡Bravo! Estoy contigo al 💯. A tu lectora anonima le digo que escriba para ella, para demostrarse que puede, para liberarse de la creencia de que estoy perdiendo el tiempo si nadie me lee.
Si de verdad sientes que quieres publicar, adelante. Si aún tienes miedos, también es normal: autoexigencias, expectativas, dudas... Diría que todos ( o casi todos ) hemos pasado por ahí. Y escribir nos ha hecho más fuertes, nos ha dado confianza.
Ecribir es un acto de autoescucha, de amor a uno mismo, y de valentía como tú dices, Jaime. Tienes que estar preparada/o para atravesar las tormentas que puede desatar.
Yo, por ejemplo, pensaba que no tiene sentido publicar porque no soy buena. No escribo bestsellers ni aparezco en podcasts ni tengo miles de suscriptores. Pero ya entendí que eso no es el éxito para mi. El éxito es demostrarme a mi misma que puedo hacerlo, que lo que tengo que decir importa. Que escojo calidad por encima de cantidad.
Así que empecé a escribir como ejercicio para plasmar experiencias, pensamientos y sentimientos. Hoy, lo sigo haciendo. Escribo para mi y para esas partes más difíciles de acceder o esas Lauras del pasado que no tuvieron el sostén que necesitaban.
Y así es como llevo año y medio por aquí.
Recuerda que nunca sabes quien puede conectar con tus palabras.
¡Gracias Jaime por escribir este texto tan precioso! 💝
Como amante de la escritura y la lectura (igual que tú), espero que el medio escrito continúe vivo para siempre. Que no se vea desbancado definitivamente por otras formas de comunicación, como el audio, el vídeo, ...el holograma?? 😅 De momento parece que resiste, y con fuerza, además.
Me ha gustado mucho cómo has explicado el papel del lector al completar el acto de la escritura con su propia reinterpretación del texto. Tiendo a olvidarlo, y es muy importante...
Gracias, Jaime! 💜
👉🌷